miércoles, 17 de noviembre de 2010

4 points to Holden

Olía siempre como si en la calle estuviera lloviendo y aquél fuera el único sitio seco y acogedor del mundo entero.


Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí tranquilas. Sé que es imposible, pero es una pena.


-¿Te has hartado alguna vez de todo? –le dije-. ¿Has pensado alguna vez que a menos que hicieras algo el mundo se te venía encima?


-Ya tendremos tiempo de hacer cosas así. (...) Hay miles de sitios maravillosos adonde podemos ir.
-No. No es verdad. No habrá miles de sitios donde podamos ir porque entonces será diferente.
-¿Qué dices?
-He dicho que no, que no habrá sitios maravillosos donde podamos ir una vez que salgamos de la universidad. Y a ver si me oyes. Entonces todo será distinto. Tendremos que bajar en el ascensor rodeados de maletas y de trastos, tendremos que telefonear a medio mundo para despedirnos, y mandarles postales desde cada hotel donde estemos.



[El guardián entre el centeno, J.D. Salinger]

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