sábado, 30 de octubre de 2010

nos construimos.

Pero cada mañana, aunque haya habido una sesión nocturna y sólo haya dormido dos horas, se levanta a las seis y se lee su periódico tomándose un café bien cargado. Así se construye papá cada día. Digo “se construye” porque pienso que, cada vez, es una nueva construcción, como si por la noche todo se hubiera reducido a cenizas y tuviera que volver a empezar desde cero. Así vive su vida un hombre, en nuestro universo: tiene que reconstruir sin cesar su identidad de adulto, ese ensamblaje inestable y efímero, tan frágil, que reviste la desesperanza y, a cada uno ante el espejo, cuenta la mentira que necesitamos creer.

[La elegancia del erizo]

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