-¿Por qué hacías aquello el otro día?
-¿El qué?
-Esto.
-¡Ah... esto! Movía las alas. ¿No te pasa a veces... que estás aburrido y cansado y le pegarías fuego a todo?
-No... bueno, quizá sí.
-Pues a mí sí que me pasa. Y cuando me pasa, me salen unas alas, aquí, en la espalda, que se mueven solas y empiezo a volar, arriba, como si me diera la fiebre, como si pudiera borrarlo todo... ¿Y sabes qué pienso?
-¿Qué? ¿Qué piensas?
-Que si en ese momento quisiera, si dijera que sí, moviendo mis alas pasaría a otro mundo.
Vuelas demasiado bajo Andreu, vuelas tan bajo que parece que sólo camines... Vuela alto, y no te dejes atrapar por nadie.
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